Las “Brujas de la noche” – Firma invitada Rafa Rodrigo

Un ligero silbido en la oscuridad era el único indicio de su llegada. Después, solo se escuchaban explosiones. Durante el verano de 1942, los exhaustos soldados del ejército alemán no conseguían pegar ojo. Una vez caído el sol, aguardaban con temor la inevitable visita de ‘las brujas de la noche’: una unidad de jóvenes y temerarias aviadoras soviéticas que, a base de valor y sacrificio, hostigaban sin descanso a las aguerridas tropas nazis .

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Cientos de jóvenes que integraron los regimientos aéreos 586º, 587º y 588º destacaron por su combatividad a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial. Una actitud que les hizo ser respetadas y admiradas por ambos bandos.

De hecho, fue entre las tropas de Hitler donde se les empezó a conocer al grupo de bombarderas nocturnas como Nachtexen: las ‘brujas de la noche’. Nombre que recibieron debido al zumbido provocado por el azote del viento en los cables de los temidos biplanos que dejaban caer en picado para poder acercarse al objetivo, un sonido que compararon al de una bruja sobre su escoba voladora .

Las estadísticas soviéticas reflejan que estas mujeres efectuaron 23.672 misiones, en las Algunas de ellas realizaron más de 1.000 misiones, y llegaron a despegar hasta en 18 ocasiones en una misma noche.

Al terminar la contienda, más de treinta aviadoras del grupo nocturno habían perdido la vida en combate. Sus débiles aparatos de madera prendían fuego en cuanto eran alcanzados por las ametralladoras. Dada la escasa altura a la que se desarrollaban los ataques, el uso de paracaídas era inútil y las rusas prescindían de él para poder llevar más bombas.

Veintitrés mujeres recibieron el título de Heroína de la Unión Soviética, entre otras condecoraciones, convirtiendo al 588º regimiento en una de las unidades más galardonadas de las fuerzas aéreas soviéticas.

Al frente sin uniformes de sus tallas

Nada de esto hubiese sido posible sin la implicación directa de Marina Raskova, poseedora de varios récords de vuelo de larga distancia. Con media Rusia reducida a cenizas y las tropas de Hitler a las puertas de Moscú, en octubre de 1941 Raskova consiguió el visto bueno para crear las primeras unidades femeninas de combate aéreo.

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Raskova logró una hazaña que despertó la vocación bélica de cientos de voluntarias, cuyas cartas solicitando una plaza en el recién formado Grupo Aéreo no dejaban de llegar. Hasta entonces, la aviación militar soviética había menospreciado las habilidades de combate de las mujeres.

Tanto el personal de tierra como las tripulaciones, tuvieron que apañar sus indumentarias ya que recibieron uniformes masculinos excesivamente grandes para ellas. Se vieron obligadas a rellenar las botas con papel de periódico, llevar un cinturón para poder ajustar la chaqueta o usar la seda de los paracaídas para confeccionar ropa interior de su talla.

Sin embargo, las aviadoras eran unas privilegiadas en comparación con el resto de mujeres del ejército soviético, que sufrían un constante acoso sexual.

En enero de 1943, Marina Raskova perdió la vida al estrellarse contra un acantilado el avión que pilotaba en plena tormenta de nieve.

Sus compañeras continuaron destacando durante toda la contienda en distintos regimientos aunque, al igual que ella, muchas no llegaron a ver la victoria final de los aliados. Quienes más destacaron fueron transferidas a unidades mixtas donde debían probar constantemente su destreza y coraje, a pesar de contar a menudo con más experiencia que sus camaradas hombres.

La más laureada entre ellas fue Lidia Litviak, ‘La Rosa Blanca de Estalingrado’: la primera mujer que derribó un avión enemigo y que, a día de hoy, aún mantiene el record femenino de derribos en solitario gracias a sus 12 victorias. Esta diminuta moscovita amante de las flores adornó su avión con un enorme lirio blanco que se podía apreciar desde el suelo. Murió peleando contra ocho aviones alemanes sobre la región de Donetsk (Ucrania) en 1943, con tan solo 22 años. Ahora, un libro recuerda la historia de todas ellas: ‘Las brujas de la noche’ (Pasado y Presente), de la prestigiosa investigadora Lyuba Vinogradova.

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